Bienvenidas familias
a esta nueva forma de comunicarnos. A través de este medio les iremos acercando las actividades
de 3° A. Gracias por acompañarnos, que tengan una linda semana. Un abrazo
Actividad N°1(30-3)
1. Juego
Armar números con
dados.
Para jugar muchas veces
Se juega de a dos o más jugadores. Necesitas
4 dados, el cronómetro de un celular, lápices y papeles para anotar.
Se tiran los dados y cada jugador anota todos los
números que se le ocurren combinando los que salen en los dados hasta que
termina el tiempo indicado en el cronómetro, por ejemplo, puede ser un minuto.
Por turnos, cada uno lee los números que armó. Mientras uno lee, los otros
jugadores controlan los números que armaron y si tienen escrito el que se leyó
dicen “LO TENGO” y lo marcan con una cruz. Cada jugador se anota el puntaje que
corresponde a esa tirada en una tabla: si el número no tiene cruces, vale 5 puntos;
si tiene cruces, vale 1 punto.
Gana el jugador que al cabo de tres tiradas consiga
la mayor cantidad de puntos.
A-
Antes de jugar deberás armar los cubos para los dados con ayuda de un
familiar.
Pasos a seguir:
1-Copia esta plantilla del cubo en un papel, cartulina
o cartón.
2-Recorta la
plantilla del cubo con unas tijeras.
3-Dobla por todas las líneas de la plantilla. Intenta montar el cubo antes
de ponerle pegamento para tener claro dónde va cada pestaña.
4-Pon pegamento en una de las pestañas y pégala en el lugar
correspondiente. Presiónala con los dedos para que quede bien pegada. Haz lo
mismo con las otras.
5-¡Ya tendrás hecho tu cubo!
6- Por ultimo dibújale en cada uno de sus lados los puntitos que
correspondan del 1 al 6.
B-Juega con tu familia cuantas veces quiera. (La
primera vez solo usa 3 dados).
C-Después del juego escribe en tu cuaderno los
números que pudiste formar y escribe sus nombres.
Actividad N°2(31-1)
A- Usando los
números de la actividad N°1 ordénalos de mayor a menos.
B- Lee y une cada número con su nombre.
350 Novecientos
900 Trescientos cincuenta
750
Quinientos sesenta
560
Setecientos cincuenta
830
Seiscientos diez
610
Ochocientos treinta
Actividad N° 3(1-4)
A- Volvemos
a jugar en familia, pero esta vez usamos
los cuatro dados.
B- Juan
y Ana jugaros con cuatro dados. Juan escribió en su hoja los
números por sus nombres y Ana con números. Anota las cruces en donde ellos
dijeron lo “TENGO”.
Juan Ana
Mil quinientos diez Dos mil seisciento
Tres mil cuarenta Cinco mil veinte
|
5.020
3.040
2.600
1.510
|
Actividad N°4(1-4)
A-Juega con los dados armar números de la familia de
los miles.
B-Escribe en tu
cuaderno la mayor cantidad de números que pudiste formar con los dados.
C-Con ayuda de la familia léelos y escribe sus
nombres.
Práctica del
lenguaje 3°A
Actividad N°1
A-Me lee un familiar.
HALA, LA PRINCESA LUNA
Esta es la historia de una pequeña princesa
que soñaba con ser algo, simple y hermoso… la luna.
Cada día una
pequeña princesa se paseaba por los jardines de su palacio sin motivos,
simplemente para pasar el rato y no sentirse sola. Ella solo contaba con la
presencia de su nodriza que la cuidó desde que era un bebé, ya que sus padres
nunca estaban, debido que guiar a un pueblo era una carga pesada. Por lo tanto,
esta pequeña princesa llamada Hala (en árabe significa hermosa) siempre se
sentía sola.
Hala, sólo
necesitaba el amor y la atención de las personas que la rodeaban, para no
sentirse sola en ese inmenso castillo.
Al llegar la noche,
Hala veía las estrellas y al mirar la luna por una extraña razón no se sentía
sola. Ella tenía la curiosidad de saber que se sentía ser ella. La luna podía
ver cada rincón del planeta y alumbrar el camino de sus habitantes, sabía cada
secreto de cada una de las personas que trataban de esconderse en la oscuridad.
Sin embargo, la luna podía ver las lágrimas de amores perdidos o sonrisa de
felicidad de un niño.
Hala, al salir
el sol se despertaba llena de ilusión al saber que algún día podría salir de
ese castillo, donde ha estado encerrada toda su vida, pero al fin el día llegó.
En su caminata habitual por los jardines, el jardinero olvidó poner el seguro
de la puerta de servicio donde entraba el personal. Hala, curiosa abrió la
puerta y su sorpresa fue inminente, no supo qué hacer… por unos segundos quedó
quieta, su corazón se agitaba, ella no lo podía creer. Hala, respiró
profundamente y comenzó a caminar, temerosa pero con coraje siguió el camino
que la condujo a un carruaje donde el sirviente iba al pueblo a surtir los
alimentos para la cena de ese día. Mientras ellos acomodaban las cosas, ella
huía en silencio. Llegando al bosque, corrió con todas sus fuerzas tratando de
dejar esa tristeza atrás que tanto llevaba en su corazón.
Cuando sus
energías se agotaron, se dio cuenta que había un pequeño poblado, unas cuantas
casas, pero ella no le importó y siguió su camino. Hasta que algo llamó su
atención, vio en una pequeña casa mucho movimiento, de donde salían niños
corriendo y felices. Ella los miraba con asombro y curiosidad tratando de
indagar la razón de la alegría, ya que no sabía que era ese sentimiento. Hala,
entró al lugar y observó que se trataba de una escuela. Asombrada vio que el
lugar era pobre y humilde, y que los niños aún así eran felices en su escuela.
Ella no supo la razón, ya que siempre ha estado llena de lujos y le habían
enseñado que esa era la felicidad. Hala, siguió con su curiosidad hasta que vio
a un muchacho que giró y la observó con cuidado.
Hala, era una
joven de 15 años, realmente hermosa y muy fina, lo cual sorprendió a este
joven. Ella también lo miró detalladamente, miró esos ojos azules que se
iluminaban con cada parpadeo, su hermosura también era indescriptible. Él se
acercó a saludarla y ella sonrojada se fue corriendo. Ella no sabía qué era lo
que le pasaba pero solo quería salir corriendo y dejar de pensar en esos ojos
azules que entraron en lo más profundo de su mente. Aquel joven la alcanzó en
medio de bosque y tomó su mano. Él sabía que ella era una princesa, lo supo
desde que la miró a los ojos viendo su inocencia. Él no dijo nada, solo le
regaló un collar que siempre llevaba en forma de luna. Hala, agradecida lo tomó
y siguió su camino.
En su regreso al
castillo, nadie había notado su ausencia pero era obvio que algo había cambiado
en ella. Al llegar la noche, como siempre ella miraba la luna, pero esta vez,
ella le habló a la luna preguntando quien era aquel muchacho, porqué le regaló
ese collar si era lo único de valor que tenía aquel joven.
Pasaron los días,
ella nunca se quitaba aquel collar, era recuerdo de aquel muchacho. Pero con el
paso del tiempo, la tristeza volvía porque ella no podía verlo ni saber de él,
15 ni de los niños alegres corriendo alrededor. Aquellos recuerdos sólo fueron
un momento inolvidable de alegría que vivió por unos segundos. Hala, intentaba
escapar, pero siempre fue en vano. Ella nunca supo la verdad. Pasaron los años
y ella siguió su vida, hasta llegar a ser una gran reina. Gobernó sin tanto
lujos, al contrario, toda su fortuna la usó para ayudar a su pueblo, ya que
aquel día comprendió que la alegría no es por la cantidad de dinero, sino por
compartir el amor, ser humilde de corazón y el tener el gusto por compartir y
ayudar a todas las personas sin importar el nivel social. Su pueblo entendió la
enseñanza que ella había dado. Ser humilde no significa pobre, sino rico en
sentimientos y sí cada uno es bueno con los demás, siempre llegan recompensas
en todos los aspectos. El pueblo nunca fue pobre, al contrario, fue un pueblo
lleno de esplendor.
Un día, ella ya
con cabello canoso decidió ser luna, y simplemente se quedó en un profundo
sueño rodeada de las flores del jardín. Ahora, cada noche podía ver a su amado.
El joven, simplemente supo que la luna siempre lo iluminaba y dibujaba en su
exterior una sonrisa y calidez. Pasaron los años, él también siendo un anciano
nunca dejó de mirar la luna, que le traía paz, hasta que un día él se volvió la
estrella que destella junto a la luna. Así, cada noche Hala y el joven
misterioso, se unieron en lo profundo de la noche, siguiendo gobernando aquel
pueblo y que además iluminaban cada lagrima o sonrisa de las personas en este
mundo.
FIN
– Moraleja del cuento: Un momento de alegría
puede cambiar nuestro pensamiento. Los lujos y las riquezas no son lo que
llenan la vida, sino el amor, amistad, compañía y humildad hacen a una gran
persona. Siempre los sueños se hacen realidad.
Angy Brito
B –En tu
cuaderno escribe que fue lo que más te gusto del cuento.
Actividad N° 2
A-Leo solo
A LA LUZ DE LA VELA
A Juan le costaba recordar la última vez que
había hablado con su padre desde que le habían cambiado de trabajo.
Durante la semana, cuando su padre llegaba a
casa, Juan ya estaba acostado y los fines de semana era raro que no tuviera que
pasar también por la fábrica.
A pesar de los
esfuerzos de su madre, padre e hijo apenas se hablaban, ya que cuando estaban
juntos, uno se sentaba en el salón a ver la televisión y el otro se encerraba
en la habitación con el ordenador.
Aquel domingo
era de los pocos que su padre no trabajaba, así que la madre de Juan aprovechó
la tarde para ir a visitar a una amiga. Había oscurecido ya cuando de repente,
un apagón dejó a oscuras la casa, al niño sin ordenador y al padre sin
televisión.
Al rato, como no
venía la luz, Juan salió de la habitación aburrido pero también asustado, pues
la oscuridad le daba miedo y se sentó en el sillón junto a su padre. Así
continuaron los dos, esperando y esperando, y como seguían a oscuras,
decidieron buscar una linterna roja que tenían guardada para esas ocasiones.
No la encontraron, pero de tanto buscar y
buscar, consiguieron una vieja caja de cerillas y una vela con la que pudieron
iluminar el salón un poco. Con la excusa de encender la vela, el niño y su
padre se pusieron a hablar y así pasaron juntos el resto de la tarde, riendo y
hablando, tumbados en el sofá, hasta que volvió la luz.
Entonces, Juan se levantó rápidamente y apagó
todas las luces de la casa, la televisión y por supuesto el ordenador para
poder continuar disfrutando de la compañía de su padre a la luz de la vela.
Por la noche,
cuando su madre regresó se sorprendió al encontrar la casa a oscuras y al niño
dormido en el sillón.
El padre le
explicó todo para tranquilizarla y mientras le daba un beso en la mejilla, le
susurró al oído, muy bajito para no despertar a Juan: – “¡Mañana le pediré al
jefe volver a mi antiguo trabajo!”
FIN
Moraleja del
cuento: Hacer cosas juntos padres e hijos une y permite disfrutar los unos de
los otros. Isaac Pérez Vega